Hace días que vengo meditando sobre estos dos tópicos, buscando una conexión, y luego de darle vueltas al tema, y plantearlo en mi mente por bastante tiempo, logré poder expresarlo de forma clara.
La sociedad consumista, esa que nos da de amamantar desde chiquito, nos acostumbra a que siempre hay algo mejor allá afuera, que siempre hay un nuevo modelo, que necesitamos más, más, mas y mejor, que el mismo teléfono no es «cool», que solo tener 4 pantalones no es «fashon», que es mandatorio cambiar de TV en cuanto sale una oferta por uno de mas pulgadas.
También estamos acostumbrados a que si se rompe algo, sale mas «barato» y trae «menos problemas» tirarlo y comprar uno nuevo, así es la sociedad de hoy en día, una sociedad de usa y tira, de compra más y más.
Y esto, se está aplicando a varios aspectos de la vida humana, no solo a los objetos materiales, y ahí está el problema, las relaciones humanas, e incluso los humanos, son cada vez mas tratados como algo «material».
Hoy por hoy, es mas fácil tirar la pareja ante cualquier signo de mal funcionamiento antes que arreglarla, simplemente se compra una nueva, que acapare nuestras necesidades del momento, capaz que una mas nueva, con mas prestaciones, que nos llene mas caprichos.
Y es precisamente eso, esa deshumanización de las relaciones, que nos hace sentir en un constante vacío emocional, el mismo que nos ataca cuando deseamos comprar x cosa y no podemos, o cuando vemos que nuestro celular paso de moda y tenemos la imperiosa necesidad de cambiarlo.
Mucha gente vive en un estado de libertad, de consumir constantemente nuevas personas, de probar, de probarse como le queda el otro, tal vez usar el modelito por unos meses, hasta decidir cambiar por uno mejor o que colme su deseo del momento.
Quién tiene la culpa? la persona que carece del carácter necesario para no sucumbir en estos deseos instintivos de consumir y consumir? el sistema en el cual vivimos que nos enseña que siempre debemos conseguir más y más y mejor?.
Recuerdo antes, cuando cada mesa era única y no hecha en serie, como ahora, cada mesa era especialmente hecha, tenía su característica especial, duraba años, en esa mesa se podían contar innumerables historias de reuniones y encuentros, cada marca, mancha, representaba algo, era única, era de esa familia, y duraba años.
Ahora tenemos las mesas en serie, todas iguales salen de un taller, como nosotros, todos salimos igual, educados por este sistema, todos con las mismas ambiciones, todos yendo de una casa a otra, siendo desechados, o yendonos nosotros mismos. Nos convertimos y nos dejamos llevar por esa corriente, consumiendo todo a nuestro paso, consumimos el planeta con la misma voracidad que consumimos las relaciones entre nosotros.
La gente que cree que vive en libertad, está equivocada, están prisioneros de esa necesidad de consumir, de consumir parejas, tranzas, piques, de alimentar su deseo de consumir, el saber que pueden consumir, que sus «billetes valen», que aunque no se compre nada, si quiere puede.
Por eso, estas personas que mas afirman querer ser libres, son las que más prisioneros están, de un deseo que nunca desaparece, que siempre debe ser atendido, alimentado constantemente.
Damián.-
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