Ahí me encontraba yo, monitoreando los accesos, los procesos extraños, sabía que el silencio que reinaba en la empresa era simplemente la calma antes de la tormenta, el silencio de la antesala del Hades.
Noté que los usuarios estaban al tanto de mis monitoreos y mi vigilancia ante sus reuniones aleatorias, toda reunión era planificada cerca de mi oficina, presión psicológica, estaba siendo asediado, rodeado, sabía que fuera de mi fortaleza mi seguridad no estaba asegurada. Imprevistamente éstas reuniones cesaron, me causó sorpresa, indignación, no sabía que hacer, como un escribano cuando lo muestran por tv, estaba paralizado. Sabía que algo se estaba cocinando, revisé rápidamente la cola de mensajes en el exchange, y noté un incremento de e-mails entre mis enemigos, habían elegido el peor método de comunicación, es como ocultarle un secreto al encantador de perros mediante mensajes en el collar de los mismos.
Noté que los e-mails contenían archivos adjuntos, inmediatamente volví a la lista de procesos, iba a encontrar que artilugio mágico estaban planeando en mi contra.
Debía encontrar al Che de la empresa, aquel que estaba guiando a la colmena, aquel con cerebro que planificaba, que incitaba a la revolución, matando al cabecilla los borregos no sabrían que hacer, quedarían vagando por el pasto cuales corderos sin pastor.
Inmediatamente revisé los procesos del Che, vi que había mandando varios correos con adjuntos… pero, qué eran estos adjuntos, que planeaban?.
La empresa estaba en paz, tranquila, era extraño, todos felices, sin duda habían logrado sortear mi protección, mi fortaleza, estaban entrando por algún pasaje ignorado por mí, y debía descubrirlo.
Tomé coraje, como dijo una vez el agente Mulder, «la verdad está allí afuera», estar en mi fortaleza no me permitiría llegar a la verdad, debía salir y enfrentarlos, pasar ronda como un comisario del pueblo de la antigua unión soviética.
Me tomé unos momentos para mí, tomé café, escribí unas líneas a las personas que quería, les dije que en el caso que algo saliera mal, que dispusieran de mis pertenencias, y que se aseguraran sobre todo, de cobrar venganza.
Sabía que mi camino estaría plagado de peligros, no iban a dejar que me acercara a su líder sin oponer resistencia, encontraría obstáculos, y muchos intentarían oponerse a mí y a las órdenes del reino.
Disimuladamente y con mucha precaución comencé a dar una ronda por la empresa, observaba en la medida que podía los desktops de los usuarios, noté que ante mi acercamiento minimizaban cosas, tan rápidamente que era imposible observar qué, sin duda habían sido entrenados por este guerrillero gremialista, algunos, al verme, me decían desafiantes : qué miras! o : Te puedo ayudar en algo?!.
Sin duda no iba a conseguir nada de esta forma, su líder estaba muy protejido, tenía centinelas en todos los sectores que le alertaban mi presencia en sus cercanías, solo faltaban los championes colgados de algún cable UTP para que fuera completamente evidente que en esa zona algo ilegal ocurría y que estaban preparados para no ser atrapados…. con vida.
Volví derrotado a mi fortaleza, al parecer no iba a descubrir que arma secreta estaban utilizando en mi contra, todo el reino peligraba… pero entonces, sentí unas palabras resonando en mi mente.. «…Démian, use the admin power…», ésa era la respuesta! tenía el poder del Admin! podía bucear en sus sucios disco duros, ver sus blasfemos escritorios y descubrir la sucia e inmunda verdad!.
Con una risa comparable al la bruja malvada de Blanca Nieves, me conecté a la Pc del señor revolucionario, revisé sus procesos, archivos abiertos, cerrados, semi abiertos, enterrados, revisé su log on, log off, log it, todo!.
Hasta que observé que estaba en la página e-buddy! como era posible!! si el filtro de internet específicamente marcaba ese sitio para ser bloqueado!.
Tenía que acceder a su PC, y ver lo que él estaba viendo, tenía que utilizar el arma mas temida por los usuarios : EL REMOTE DESKTOP o VNC.
Tipié su IP, espere por tensos segundos la conexión, deshabilité los avisos, ya que ésta era una misión en encubierto, era un agente facsista en pleno territorio comunista y gremial, no podía ser detectado, era la guerra fría.
Me conecté a su desktop, espere pacientemente escondido entre los arbustos, esperando que me mostrara él mismo su arma secreta, lo observé escribiendo mails comunistas, planeando reuniones, y demás actividades gremiales prohibidas… hasta que sucedió.
El arma de mi enemigo tomaba forma, una forma conocida por muchos, una forma incluso reverenciada en los oscuros rincones de la internet… la forma de un zorro.
Si, el maldito firefox portable, yo le había quitado a los usuarios la capacidad de instalar programas, y mediante Active Directory y sus políticas, se establecía el proxy automáticamente, pero el maldito zorro era inmune a mis trampas, sorteaba los obstáculos salteando y mirándome con cara burlona, con cara de satisfacción. Debo aclarar que soy amante de los animales, pero desde ese momento sentí un odio hacia el maldito zorro, reí en un intento de conservar un poco de mi moral de como caían cientos debido a las cazas inglesas de zorros, pero sabía que era una barata estrategia para sentirme un poco mejor.
No me dí por vencido, iba a abalancarme sobre este sucio zorro cual águila a su presa, iba a destruir su irrisoria arma secreta. Rápidamente identifiqué el proceso, le habían puesto : Planilla.exe, muy inteligente Sr. Che, muy inteligente, pero no lo suficiente!.
Rápidamente tomé el hash del .exe, y lo asigné a aplicaciones bloqueadas, además de asegurarme de que «firefox.exe» también fuera bloqueado completamente.
Luego de presionar enter y sentir la enorme satisfacción, sentí murmullos en la empresa, estaban inquietos, su arma había fallado, sus sueños se caían a pedazos, su líder los había traicionado, había demostrado ineficacia hacia la colmena, sus conversaciones triviales habían cesado, no podían comunicarse con el tio, el primo, el novio o la novia para decirles : «Estoy acá en el laburo re embolado».
Lógicamente las miradas se dirigieron a un solo lugar, mi fortaleza, si bien no habían notado mi prescencia física, sabían perfectamente que ese ataque feroz y contundente había salido de ese pequeño lugar, esa oficina odiada por todos los usuarios, y venerada cuando perdían un Word o una planilla.
Permanecí oculto el resto del día, fuera del alcance de las fieras, sentía la ira en cada rostro, pero sabía que tan solo había ganado una batalla, la guerra seguiría.. pero esa.. esa es otra historia.
Fin.
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