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lunes, julio 14, 2025
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Arañas muertas


Estando en el ático, bajé a la cocina. El panorama era un tanto desalentador. El lugar estaba descuidado, lleno de polvo y telarañas, pero tan viejas que incluso las arañas ya habían muerto. No había registro de la última vez que ese lugar había sido limpiado.
El amigo con el que estaba se prestó a agarrar un trapo y unas bolsas.
-Bueno, – me dijo – no tiene caso dejar este lugar así. Vamos, hay mucho que limpiar, y mucho que cambiar.
Lo seguí, pero sin el mismo ímpetu. Compartía plenamente su idea, pero no me gustaban las arañas. Aun si estaban muertas, me daba entre asco y miedo tocarlas. Pero evidentemente, no se iban a ir solas, menos si no podían moverse. O sea… estaban muertas.


Tomé una bolsa y la usé como guante para envolver mi mano mientras mi amigo sacudía el polvo. Atravesé las telarañas de la repisa, y tomé de un impulso cuantos cadáveres de arañas pudiera.
-Bleh… – me quejé sin mucho pudor – esto es un asco. No quiero tocar arañas.
-Dale, metele onda! Este lugar es un desastre, pero no se va a arreglar solo. Vas a tener que meterle ganas, viste?

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