Estaba caminando por la calle. Llegué frente al jardín de una iglesia, y escuché un trueno. Levanté la vista, y había nubes de tormenta por todos lados. Y relámpagos. Uf. Por todos lados! Encima, alguien prendió fuego el pasto, y se estaba quemando todo. Me apuré tratando de salir de ahí. Había una cañada que cortaba el jardín, y la salté. Pero después había otra. Y otra. Las salté también, pero después había una que no iba a poder saltar, era muy grande. Entonces volví, y me di cuenta que en medio de dos cañadas había una chica tirada. Me acerqué a ver que le pasaba.
-Estás bien? – le pregunté mientras la ayudaba a levantarse.
-Sí, no se, no me acuerdo que hago acá – se rió.
-Vámonos, hay fuego por allá y todavía se viene alta tormenta!
-Fuego? Dónde hay fuego? – volví a ver dónde estaba el incendio, pero no había nada, ya lo habían apagado.
-Bueno, ya no hay fuego, pero todavía se viene la tormenta. Vamos! – ella se rió, y dimos la vuelta al jardín, hasta que encontramos la salida a la calle.
La acompañé hasta un supermercado, mientras hablábamos y nos reíamos. Fue una buena compañía. Me dijo que tenía algo de amnesia, pero me era difícil creerle. Estaba pensando en invitarla a casa si no recordaba donde vivía, pero justo se dispuso a tomar un taxi.
-Te vas? – le pregunté.
-Sí, ya va siendo hora.
-Me gustaría volver a verte… No tenés celular? Si no te acordás del número, te doy el mio.
Ella sonrió y asintió.
-Bueno, dame el tuyo.
Paró un taxi. Se estaba estacionando. Desesperado, busqué un lápiz y un papel. El lápiz lo encontré enseguida, pero el papel me costó. Sabía que tenía. Pero el muy sorete estaba bien escondido. Finalmente, cuando ella se subió al taxi le di el papel con mi número. Había tratado de escribir lo más neutral posible para que sea fácil de leer, pero no estaba seguro, así que le pregunté si entendía la letra.
-A ver… 0…1…
-No – le interrumpí decepcionado. 01? Onda… nada que ver!
-09… – volvió a recitar. Se quedó trabada un rato – Qué es este número que parece una E?
Una E? Qué mierda estaba leyendo!?
-Eso es un 5.
-Ah, dale. Bueno, listo, lo anoto y te llamo!
El taxi se fue. Ya medio que había perdido cualquier esperanza de volver a verla. En que mundo una E es un número!?
Al otro día, la encontré de nuevo. Tenía un celular, y me lo mostró.
-Mirá! – me dijo – Anoté tu número!
Para mi sorpresa, el número estaba bien escrito.
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