Estaba caminando por la playa de Colonia. Me había bajado del Buquebus, y el barco todavía estaba anclado ahí cerca. El agua estaba tranquila, pero de repente se empezaron a formar olas un poco… zarpadas. Entonces me encontré con una amiga. Como vimos que la marea se estaba poniendo brava, y suponiendo que se venía la propia inundación, junto con un grupo de gente empezamos a subir hasta lo más alto de una colina. En el camino, recordábamos algunos chistes y jugarretas que habíamos hecho, y ahí se me ocurrió algo genial.
-Ya sé! – dije – Mientras esperamos que baje el agua, cuento unos chistes! De última, si son muy malos, la gente se suicida y ta, tenemos más espacio!
Mi amiga se rió, pero se notó claramente no-entusiasmada por la idea. Incluso uno de los que estaba ahí cerca, me hizo un comentario.
-Decí un chiste malo y te clavo una estaca y te tiro a la mierda.
Ufa, que amargos.
Los comentarios están cerrados.